¿Quién se atreve a una llamada subida de tono?

No todos los atrevimientos empiezan con una copa de vino o una mirada intensa. A veces, basta con deslizar el dedo por la pantalla, marcar un número y dejar que la voz haga el resto. Porque hay llamadas que no se hacen para hablar del clima. Llamadas que se escapan de la rutina, que encienden la imaginación y despiertan los sentidos al ritmo de susurros y risas entrecortadas.

Una llamada subida de tono no necesita guiones, solo intención. Es ese juego donde la voz se convierte en caricia, y las palabras —cuando se eligen bien— pueden desnudar más que las manos. Requiere valor, sí. El valor de dejar atrás la timidez y entregarse al misterio de lo que no se ve, pero se siente.

¿Te animas a jugar con el sonido de lo prohibido? ¿A dejar que la imaginación vuele sin filtros ni censura? La línea está abierta, la noche es joven y la voz... la voz lo puede todo.

¿Quién se atreve?