Hay placeres que no se tocan, se insinúan. Y entre ellos, una buena conversación es el más peligroso. Me atraen las mentes ingeniosas, las palabras que fluyen con elegancia y esconden un doble sentido entre líneas.

Soy una mujer que disfruta del ritmo lento, del juego sutil, de esa tensión que se construye sin prisa pero con intención. La picardía, cuando se viste de inteligencia, puede ser irresistible.

Si sabes mantener el equilibrio entre lo dicho y lo que se sugiere, quizá podamos perdernos en una charla que no querrás que termine.